Porque la imaginación de nuestro sex shop da para mucho
Imagínatela así:
Son las diez de la mañana de un sábado cualquiera. Te suena el despertador porque, por desgracia, es este uno de los fines de semana en los que te toca trabajar en la oficina. Tienes que adelantar mucho trabajo y, como es normal, te levantas estresado. Te vistes mientras ves asomando por fuera de la manta los pies de tu chica, esos pies que tan loco te vuelven.
Automáticamente, tu mente se transforma y se vuelve sucia, pero reconoces que te apena despertarla. Es muy temprano para despertarse un sábado, pero en ese momento no hay nada que desees más que destaparla y descubrir, una vez más, cada poro de su suave piel. Pero vuelves a la realidad. Tienes que ir a trabajar.
Sales de casa, llegas a la oficina y te encuentras con que hoy da la casualidad de que ningún compañero más ha ido a trabajar. Y, de repente, se te despiertan las neuronas. Sexo en la oficina. No hay nadie. ¿Y tu chica? Sola en casa, semidesnuda y con los pies al descubierto. No. No puedes quedarte así.
La llamas con esa voz tan peculiar que sueles poner cuando la perversión te está dominando; ahora, es ella quien lleva las riendas de tus actos y tu chica, que anoche pareció haberse quedado con las ganas, aparece en cuestión de minutos.
Viene dispuesta a complacerte y lo mejor es que no viene sola. Ella también viene a hacer sus deberes y, bajo el brazo, como buena estudiante, trae el material necesario.
Te saluda eufórica; besos desenfrenados, pasión y lujuria se apoderan de la situación. Apaga todas las luces y sí, se quita su camisa para taparte los ojos. Te pide que le describas con detalle qué quieres hacerle. Ella se va encendiendo y los dos, imaginando la situación, pero tú sigues ajeno a su clase magistral.
Te tumba boca arriba en un textil suave y sientes, primero, su acelerada respiración y, después, el desliz de su lengua recorriendo tu cuerpo. Sientes cómo sus manos descubren poco a poco tu excitado cuerpo: te toca, te masajea con algo que desprende un aroma que te enciende aún más. Y, cuando sus manos rozan tu entrepierna, no puedes resistir la tentación de querer devorarla.
Ella se niega, parece que hoy le va el juego. Empezáis una batalla seductora-pasional que no podéis parar. Para tranquilizarte y sin que lo esperes, acerca su boca a la tuya y, mientras la recorre con su lengua, provoca a tu miembro con sus manos.
El nivel de excitación aumenta. Tu chica viene guerrera.
¡y no sabes lo que te espera!
Hay que ver qué de sorpresas te da la vida. Cuando crees que vas a sorprender, ¡resulta que el sorprendido eres tú!
Sí,tu chica venía preparada para una sesión de aromaterapia con aceites de masaje de nuestro sex shop. Por el kit Shunga Erotic Massage Exotic Fruit empezó todo.
¿Ves?