A estas alturas del bacalao y después de tantísimo tiempo, la promiscuidad sexual es algo que sigue vigente y que cada vez está más de moda. Y es que, pese a que se estima que la promiscuidad data de la época de los romanos, todavía hoy es muy elevado el porcentaje de hombres y mujeres considerados espíritus libres, aunque con pareja. Vamos, que hay quienes, en lugar de juguetes eróticos con los que pasarlo en grande cuando se está solo en casa, prefiere más bien el roce libidinoso con alguien ajeno.
Antes, la promiscuidad era cosa de hombres, hombres de la antigua Roma a la que las mujeres alababan y quienes no ponían ningún tipo de impedimento por que estos mantuvieran relaciones con otras. Hoy, es cada vez mayor el número de mujeres promiscuas a las que también les gusta este tipo de diversión y para quienes este pícaro juego es fundamental para mantenerse vivas, deseadas, eróticas.
Porque ese impulso incontrolable para acabar con la lujuria contenida a veces solo puede frenarse con sexo, con un sexo distinto, con una persona diferente a la que acostumbramos tener en la cama. Y porque hay necesidades que no quedan satisfechas ni con nuestra pareja ni con un par de juguetes eróticos con los que entretenernos.
En ocasiones, son la seducción, el juego, la tentación, la imaginación, el contacto carnal, el piel con piel, y, cómo no, el pensar en la penetración foránea, los que nos conducen e incitan al pecado. Porque, por muy fieles que queramos ser, la realidad es que siempre, siempre, lo “prohibido” tienta.
Y a veces esa tentación termina por convencernos: tenemos la libido por las nubes, unas ganas locas de sexo puro y duro y, por momentos, ganas de probar algo nuevo, algo con el que investiguemos nuevos juguetes eróticos, algo que nos enseñe y a quien enseñemos cuán rebeldes, sensuales y astutos podemos ser en la cama.
¿Acaso nunca habéis soñado con una noche loca en la que conocéis a alguien, algún atractivo extraño del sexo opuesto, que con solo miraros os hable de sexo y a quien no podáis resistiros porque, en el fondo, vosotros también tenéis ansias?
¿O es que preferís más un juguete erótico que ser promiscuos?